miércoles, 23 de septiembre de 2009

La búsqueda II


Tras cabalgar durante buen parte de la noche, preguntando en cada puesto de vigilancia del camino, Imoen se aproximaba a las ruinas de la posada Reposo Umbrío. Cada vez que pasaba por allí pensaba en el pobre Jim y también esta vez dio una vuelta en silencio alrededor de los muros calcinados, sintiendo más que nunca que no era la única que había perdido hogar y familia de forma violenta.

Uñitas gruñó por lo bajo. No le gustaba ese lugar, que despedía un aura de muerte y melancolía.

- Lo sé, pequeño. – Imoen palmeaba el cuello de su sable mientras hablaba – A mí tampoco me gusta este sitio, pero me recuerda lo que soy y lo que he perdido. Nos iremos en seg…Espera, ¿qué es eso?

Imoen desmontó de un salto y se acercó con precaución a las ruinas. Huellas de un caballo y pisadas. Humanas, al parecer, y recientes. ¿Y qué era aquello? Entre el polvo, semienterrado, encontró un pañuelo manchado de oscuro. El color y el olor no dejaban lugar a dudas. Aparte del polvo, en el pañuelo había sangre reciente, con no más de dos días. Imoen se lo dio a oler a Uñitas, que bufó y ronroneó en rápida sucesión.

- Huele a ella, ¿verdad? A Klode. Ha pasado por aquí, no hay duda.

Imoen guardó cuidadosamente el pañuelo y, montando sobre Uñitas, se dirigió al norte, atravesando Los Baldíos mientras pensaba. ¿Cuál podría haber sido la próxima parada de Klode? Vallefresno era lo obvio si pretendía llegar a Azshara a pie. Por otro lado…