miércoles, 23 de septiembre de 2009

La búsqueda I


CERRADO


El cartel colgado en la puerta de la taberna de Theramore perturbó a Imoen. Muy a su pesar había tenido que dejar a Klode al cuidado de Irinna mientras ella partía a cumplir con sus obligaciones. Y al llegar, se había encontrado con la puerta cerrada y un críptico cartel colgado de ella.

Tras comprobar que la puerta no se movía y que nadie respondía a sus llamadas, Imoen decidió entrar por otro lado. Una vez en el interior de la taberna, buscó la habitación en la que dejó descansando a Klode, sólo para encontrarse la habitación vacía. Confusa, Imoen buscó por las otras estancias. Fue entonces cuando la encontró. La tabernera yacía en su cama, mirando sin ver. Alarmada, Imoen la llamó por su nombre mientras le tomaba las constantes vitales. Estaba viva, pero no parecía reaccionar a ningún estímulo. ¿Qué podría haber provocado esto?

Un rápido examen de los alrededores reveló algo de comida sobre la mesita: Fría; un poco quemada; sin tocar. No parecía que hubiera nada fuera de lo común…un momento, ¿qué era aquello que estaba sobre la mesita? Una nota. Imoen hacía tiempo que había perdido los reparos en leer correspondencia ajena, diarios o cuanto documento personal encontrara en el curso de sus “trabajitos”, así que cogió la nota y comenzó a leer.

Gracias por tus cuidados, ya me siento muy bien y hay un asunto que requiere mi atención. Siento irme así, sobre todo dejándote tan desolada, pero sé que Ella vendrá a cuidarme en cuanto sepa que no estás bien, y no puedo permitirme más retrasos.

Dile, si puedes, que no se preocupe por mí. Sé lo que hago y tendré mucho cuidado. Volveremos a vernos pronto. Te echaré de menos, cuídate.... Y dile a Ella que me perdone. Y que la *tachón* *borrón* echaré de menos también. Dale esta carta cuando la veas.

Kloderella G. Fírenan


- ¿Ella? ¿Kloderella? ¡Klode! ¿Dónde has ido, pequeña? ¡Dioses, no! No a Azshara. No a por Trisaga.

Así que cuando se le escapó el nombre de ese lugar, mágico y maldito a un tiempo, ella lo había oído. Esperaba que se le hubiera pasado por alto, que al menos se hubiera hecho un lío con el nombre, como de costumbre. Pero ella, de alguna manera sabía dónde ir. No, no lo sabía en realidad. Azshara, la tierra del eterno otoño, es peligrosa. No sólo hay nagas y bestias. Los espíritus de los altonatos moran en las ruinas de su antiguo reino. Elfos de sangre, demonios, gigantes, dragonantes...Incluso dicen que el espíritu de un dragón deambula por allí. Si no sabes dónde está lo que buscas (o incluso sabiéndolo) puedes acabar en una tumba de hojas doradas.

Conectando el comunicador del Alba de Plata, Imoen pidió ayuda, pero nadie sabía nada de Klode. Los preparativos que tanto tiempo llevaba haciendo para el viaje se dejaron de lado. Imoen cogió lo mínimo indispensable y se dispuso a partir tras la muchacha. Cuando se dirigía al establo a por Uñitas apareció la dama Reena a quién Imoen informó del estado de Irinna, quedándose la dama al cargo de ella.

Por su parte, Imoen se excusó de forma algo brusca y, en cuanto la dama subió hacia las habitaciones de la taberna, corrió hacia el establo y, ensillando a Uñitas, partió como una exhalación.

Una primera parada en el maestro de grifos le sirvió para saber que Klode no había salido por allí. El puerto estaba descartado así que sólo quedaba el marjal.

Los guardias, en principio no dieron a Imoen ninguna información útil. Últimamente había bastante ir y venir de viajeros y tropas, aunque una vez "untados" adecuadamente, "recordaron" que una joven había salido hacia el marjal bastantes horas antes en un garañón.

Los gritos de la pícara llamando a Klode fue lo último que los sorprendidos guardias oyeron de Imoen.