lunes, 28 de septiembre de 2009

Los Templos de Desesperanza I


Mientras volaba hacia Azshara, Imoen reflexionaba sobre los últimos acontecimientos.

El goblin le había dicho todo lo que sabía sobre Klode, o casi. La muchacha había llegado a él y había tomado un grifo hacia Azshara. Aschara…eso había dicho ella según el goblin. Imoen sonrío para sí misma. Era Klode, no había duda. La muchacha tenía prisa y viajaba ligera de equipaje. Imoen estaba segura de que Bragok le ocultaba algo, pero no hubo forma de que el goblin soltara prenda y no era cuestión de matar al que podía llevarla a Azshara en una fracción del tiempo que le llevaría a pie.

Un gemido la sacó de su ensimismamiento y, mirando hacia atrás, Imoen distinguió a Uñitas sujeto a su arnés. El pobre no acababa de acostumbrarse a la altura. El goblin había accedido a regañadientes a proporcionarle transporte a ella y a Uñitas. Los grifos de carga no eran muy frecuentes, pero Imoen los usaba para poder llevar a su sable en sus viajes. No se fiaba de las monturas de posta y, de todos modos, nunca le gustaron los caballos, así que siempre que podía viajaba con su enorme gato.

Según volaban hacia el norte, el horizonte fue cambiando de color hasta adoptar el rojo cobrizo de la tierra del eterno otoño. Azshara…al fin.

Tan pronto como tomaron tierra, Imoen tranquilizó a Uñitas e interrogó a los escasos moradores de Punta Talrendis. Klode había pasado por allí hacía varias horas. La vieron tan demacrada que le dieron un caballo. Había partido por el camino principal. El camino que iba hacia…¡los nagas!

Dejando a los elfos con la palabra en la boca, Imoen montó sobre Uñitas y partió al galope. Sacó el comunicador de la bolsa teniendo cuidado de que no se le cayera y miró nuevamente el localizador. Esa parte del comunicador de Klode seguía desconectada, pero tal vez el resto no. Imoen apretó el botón de emisión.

- ¿Klode? – Nada, interferencias - ¿Klode? Klode, sé que puedes oírme.

La respuesta de Klode, precedida por una tos, fue casi imperceptible

- Pensé que estaba apagado...¿me... me oyes?
- Claro que te oigo. Sé dónde estás....bueno, más o menos.
- Oh... no no no ¡mierda!