jueves, 26 de noviembre de 2009

Asuntos Pendientes XVI


La noche era oscura en Lunargenta. Sólo las estrellas iluminaban la noche sin luna con su luz trémula, titilante. Moviéndose en silencio entre las ruinas, Imoen se aproximaba a su presa. Esta vez no la pillaría por sorpresa. Esta vez ella sería la que llevara las riendas.

Su visión nocturna seguía siendo la de siempre pero aún así distinguió a duras penas el lugar. Kronkar debía estar esperándola, si es que sabía lo que le convenía. ¡Allí estaba! El elfo se sentaba despreocupadamente, dando la espalda a las ruinas. Su arco estaba tirado descuidadamente en el suelo y no había rastro de la bestia que lo acompañaba la otra vez. ¿Sería una trampa? La voz del elfo la sacó de dudas.

- Sé lo que piensas, Imoen. No te preocupes, estoy solo y no tienes nada que temer de mí.

La voz de Imoen fue gélida en su respuesta.

- ¿Te ha dicho Nerisen que quería verte otra vez?
- No ha hecho falta. Sabía que volverías. Aún así, no ha dejado pasar la ocasión. Me ha dicho que creía que querrías matarme, después de…
- ¿Después de engañarme?

El elfo se volvió e Imoen vio su cara demacrada. Parecía llevar varios días sin dormir.

- Entiéndeme, todo este asunto se nos fue de las manos. Una vez que vi lo que le estaban haciendo, lo que le estábamos haciendo a Liessel contra su voluntad…

Kronkar apartó la mirada.

- Fue demasiado para mí. Vivo atormentado desde entonces, esperando que llegue el día en que pague por lo que hice. El día en el que ella acabe conmigo.

- Tú te llevaste a Liessel de Entrañas. ¿Dónde está?
- No lo sé.
- No vuelvas a mentirme, Kronkar.

El elfo se incorporó.

- ¡Es cierto, maldita sea! Yo sólo la traje desde Entrañas y la alojé unos dias..
- ¿La trajiste a Lunargenta?
- Había que buscarle una nueva identidad. Si se hubiera sabido que Liessel estaba viva se habría ido todo al traste.
- ¿Quién se encargó de buscarle una nueva identidad?

El elfo hizo ademán de responder, pero Imoen lo frenó con un gesto.

- Nerisen…Ese maldito bastardo…Fue él, ¿verdad?

Kronkar asintió.

- Te juro que no he vuelto a saber nada de ella a partir de ese momento. Y ahora haz lo que tengas que hacer.
- ¿A qué te refieres?
- Has venido a matarme ¿no? En cualquier caso ella lo hará tarde o temprano. Lo sé.

La risa de Imoen no tenía ni un ápice de diversión.

- No tendrás esa suerte. Sería demasiado fácil.
- ¿Qué quieres decir?
- Que no mereces una muerte rápida. Te dejaré vivir con tus remordimientos. Puede que algún día acabe contigo, o puede que Liessel lo haga antes, tal y como dices, pero no será hoy.

Imoen se volvió para marcharse.

- ¿Dónde vas?
- A buscar a Nerisen. Tenemos que hablar, y esta vez pondré yo las condiciones.
- Ten cuidado. Es muy peligroso.
- Sé cuidarme, no te preocupes

Y la joven desapareció en la noche.