domingo, 2 de noviembre de 2008

Camino oscuro XIX


Las velas que iluminaban el taller se habían consumido ya, aunque la joven que leía afanosamente no pareció percatarse de ello. El orbe mágico que le había regalado Jasmine iluminaba las páginas con una luz espectral y ligeramente titilante.

- Azshara... - la mente de Imoen trabajaba a toda velocidad - Así que es allí donde llegó ese pobre diablo. O eso creía él al menos.

Imoen se rascó pensativamente la barbilla.

- Ruinas...nagas...coincide, pero es pronto para sacar conclusiones. Tengo que terminar de leer.

Y con estos pensamientos, hundió nuevamente su cara entre las páginas del diario, que olía a mar, polvo y sangre. Lentamente prosiguió la lectura hasta alcanzar cierta anotación.



Día 9

¡Noche mágica y hechizada! ¿Cómo narrar solo con palabras lo que vi? ¿Cómo decribir lo que solo puede ser vivido? ¡Mi corazón rebosa del asombro, sobrecogido por lo que he presenciado! Lloro, porque la pena por lo que vi es más intensa que cualquier otra pena que sintiera antes, y me hace sentir nimio en comparación con el pesar que sentí al llegar... Ahora entiendo por qué las nagas rehuyen este lugar. Ellas lo sienten también. Lo que yo siento no es más que el eco del tormento que he visto esta noche, que solo puede existir en el mundo de los espíritus porque no puede ¡no podría! ser cierto en el mundo en el que yo vivo... Tanta pena, oh Dama... Tanta pena no puede ser posible....




Ésta era la parte que Imoen quería leer. Luchando contra su impaciencia, se obligó a leer lentamente, sintiendo cada palabra como si fuera suya.

Un escalofrío recorrió la espalda de Imoen y de pronto toda la habitación pareció oscurecerse. ¿Qué era aquello? Un espectro...una doncella élfica...un canto acongojado...¿sería posible que...?

Imoen volvió rápidamente la página para encontrarse con una hoja en blanco. Y otra, y otra. No había nada más escrito.

- No, no es posible. ¡Maldito seas mil veces Auburn! ¡Cómo pudiste dejarte morir!

Las voces volvían a susurrar, insistentes. Unas sugerían conclusiones. Otras, las exigían.

- ¿Será posible que sea...? No, es imposible. O tal vez no. Tengo que saber qué puede haber de cierto en esto y creo que sé a quién preguntar.

Cerrando el diario, Imoen lo guardó en su bolsa de viaje y fue a buscar a Uñitas, que esperaba impaciente.

- Azshara es zona de influencia élfica. Tengo que buscar a Amnehil. Él podrá averiguar qué sucede.

Y la joven vestida de oscuro se perdió en la noche a lomos de su sable.