viernes, 23 de noviembre de 2007

Jasmine, hielo y gemas


Jasmine es una pequeña gnoma bastante curiosa. Criada en el Orfanato de Ventormenta, nadie sabe quiénes fueron sus padres, ni siquiera cómo llego al Orfanato. Un día apareció un pequeño bebé gnomo berreando (como sólo saben hacerlo los bebé gnomo) en la cocina y Jasmine jura y perjura que salió de debajo de una piedra de dicha cocina.

Las cualidades (por llamarlas de alguna manera) de Jasmine se manifestaron muy pronto. La criatura poseía una capacidad innata para congelar cosas y un estómago de titanio. Su afición a la joyería creció a la par que su interés por la cocina, pero no de una forma tradicional. Los infames mejunjes preparados por la gnoma a base de minerales, gemas y materiales altamente tóxicos, provocaron decenas de roturas de dientes, indigestiones y más de una perforación intestinal en comensales poco precavidos, por lo que se le prohibió la entrada a la cocina.

Habiendo conocido a Imoen en el Orfanato, decidió ponerla bajo su tutela, aunque ha acabado siendo ella la protegida (o cabría decir que casi la sirvienta) de Imoen. Su pequeña mente aún se pregunta cómo ha llegado a tal situación, pero no pierde ocasión de sacar provecho de la misma, por lo que le sisa a Imoen todo lo que puede y más.

Como curiosidad, decir que Jasmine sentía un irracional e inexplicable pavor por los dragones. Irracional porque la sola mención de dragones podía hacerla echar a correr a toda velocidad huyendo de algo inexistente. Inexplicable porque, de hecho, Jasmine ya había derrotado a más de un dragón a lo largo de su vida. Sea como fuere, su fobia prácticamente ha desaparecido, llegando a cabalgar el protodraco verde que le han regalado los Oráculos, sus pequeños amigos de la Cuenca de Sholazar.