sábado, 1 de agosto de 2009

El interrogatorio V


- Pero, pero…eso es imposible. La señorita Trisaga es una criatura dulce y bondadosa. La señorita Gaeriel – nuevamente la tensión en Imoen, esta vez un poco más notable - habló de un espectro que llena los corazones de toda suerte de sentimientos horribles, de tristeza y desesperación.

- Tú no conocías a Trisaga. No tanto como yo, al menos. Y yo la conocí tan poco…

¿Eran lágrimas lo que asomaba en los ojos de Imoen? No, no podía ser. Jasmine nunca había visto tales muestras de debilidad en Imoen. Y sin embargo…

- Trisaga era la criatura más dulce y noble que he conocido. Cuando Liessel murió entró en estado de shock. En esos momentos no sabía que sus lazos con ella fueran tan profundos. Puede parecer una locura, pero en aquellos momentos envidié a Liessel, muerta como estaba. La envidié por tener una relación tan estrecha con alguien. ¿Crees tú que alguien lloraría mi muerte?

- Por supuesto. Tu familia, tus amigos…

Imoen la hizo callar con un gesto de la mano.

- ¿Familia? Mi madre está muerta o puede que aún peor, convertida en un engendro reanimado atado a quién sabe qué voluntad. Mi padre es un vividor, un paladín indigno que renunció a sus votos y que nos abandonó a nuestra suerte. Mi hermana…de mi hermana prefiero no hablar. Ha pervertido todo lo bueno que mi madre nos inculcó y ahora trata con oscuros seres. Y en cuanto a amigos…yo no tengo amigos. No puedo permitirme tener lazos reales con nadie, ni siquiera contigo. Ruiseñor y tú son lo más cercano a familia que he tenido, pero no puedo permitirme mantener lazos más allá de la conveniencia. Podrían utilizarlos en mi contra llegado el caso.

- No, Jasmine. La gente como yo somos seres solitarios por necesidad. No todos seremos héroes de guerra como Liessel con un funeral de estado. Al contrario, probablemente muera en algún lugar del que nunca has oído hablar. Si soy afortunada tendré una muerte rápida. Me convertiré en una entrada más en una lista de bajas o desaparecidos que sólo unos pocos verán. Para el resto del mundo será como si nunca hubiera existido.

Imoen hablaba cada vez más bajo, mirando sin ver a través de unos ojos vidriosos.

- He leído el diario de Liessel, Jasmine. Su vida fue un infierno, pero por lo que me contó Rictus murió en paz consigo misma y junto a alguien que la apreciaba. La envidio por ello y la maldigo al mismo tiempo por lo que su muerte provocó en Trisaga. El nexo que había entre ellas es algo que yo nunca podré tener.

Imoen se volvió hacia la gnoma y la miró a los ojos.

- ¿Qué sabes de la desaparición de Trisaga?

Jasmine meditó por unos momentos.

- Veamos. Tras el funeral de la señorita Liessel, Trisaga tomó un grifo en el Bastión Plumaluna y desapareció. Nunca se la encontró ni a ella ni al grifo.

- Bien, ésa es la versión oficial. Ahora vas a escuchar algo que no le he contado a nadie más. Tras el sepelio de Liessel frente a las costas de Feralas, Trisaga cambió. Hasta ese momento estaba rodeada por una especie de aura benigna. Nada visible, era más bien una sensación. Cuando estabas junto a ella te sentías bien, reconfortado. Pero una vez puso los pies en el Bastión Plumaluna y se acercó al Maestro de Vuelo algo cambió. De repente su aura cambió y se volvió oscura. Antes de saltar sobre un hipogrifo y desaparecer me habló, Jasmine. Me dijo que a partir de ese momento ya no era Bálsamo, sino Tormento.

Jasmine empezaba a tener hambre, pero no consideró oportuno pedir nada para picar. Imoen no solía contarle nada y las cosas que estaba oyendo hacían que viera a la ¿peletera? Desde otro punto de vista.

- He pasado meses buscando a Trisaga por todo Kalimdor. Intuía que estaba allí, en alguna parte. El hipogrifo apareció muerto cerca de Trinquete, aunque nunca salió a la luz, claro está. Yo misma me ocupé de ello. La autopsia reveló muerte por extenuación, lo que no me aclaró nada. Estuve dando golpes de ciego hasta que oí la historia del espectro, del Fantasma de Desesperanza. Era mi mejor pista, la única que tenía. La seguí sin importarme el precio y llegué a un nuevo callejón sin salida. Y ahora, después de tanto tiempo, estoy casi al final del camino.

- Entonces, ¿irás a buscarla? ¿Realmente crees que es ella?

- Estoy segura. Tiene que ser ella. Partiré lo antes posible. Tengo que resolver un par de asuntos primero…empezando por ti.