miércoles, 4 de noviembre de 2009
Asuntos Pendientes VI
La ciudad de Lunargenta se alzaba orgullosa en la noche. La luna, brillando en el cielo, iluminaba la caprichosa arquitectura elfa. Aunque buena parte de sus habitantes descansaba tranquila tras sus murallas, Imoen sabía que los guardias estaban en sus puestos, alertas, prestos a lanzarse sin dilación sobre aquello que consideraran una amenaza.
Imoen miró al cielo con preocupación. La noche avanzaba y ella llevaba retraso. La Cicatriz y las ruinas de la parte oeste de la ciudad estaban más pobladas que la última vez. Los engendros pululaban por doquier y, aunque débiles, podrían ponerla en aprietos si acudían en masa. Así pues, Imoen debió avanzar despacio, esquivando cuidadosamente a los desgraciados habitantes de las ruinas mientras buscaba al elfo. Kronkar, ése era su nombre o, al menos, el nombre que Rictus había conseguido arrancarle a Sacat. Los informadores del SI:7 decían que probablemente lo encontraría en algún lugar de las ruinas y el diario de Liessel también comentaba algo al respecto, así que decidió probar suerte antes de introducirse en la zona “viva” de la ciudad. Pero el tiempo pasaba y no había encontrado ni rastro del elfo ni esa bestia que llevaba como mascota.
Estaba pensando en desistir cuando lo vio. O debería decir que casi tropezó con él. El elfo se encontraba de pie, con la espalda apoyada en una pared medio derruida y un arco en las manos. Su negro cabello se derramaba sobre sus hombros, pero su cara permanecía en penumbra. Parecía no haberse percatado de la presencia de Imoen y ella no iba a dejar que diera la voz de alarma, así que comenzó a rodear al elfo con cuidado mientras desenvainaba sus armas sin ruido.
[Thalassiano]: Respiras tan fuerte que podría dispararte en la oscuridad.
Imoen se tensó instintivamente, apostando una postura de ataque.
[Thalassiano]: Yo que tú no haría eso, salvo que quieras darle una alegría a mi amigo.
Una respiración junto a su nuca hizo que Imoen se parara en seco y desviara su atención del elfo por un momento. Tiempo suficiente para encontrarse con que el elfo le apuntaba ahora con su arco. Lentamente, la joven bajó las armas.
[Thalassiano]: Eso está mejor. Los de tu raza no suelen venir por aquí. Al menos no en solitario. Demasiado peligroso para alguien acostumbrado a luchar en proporción de diez a uno.
El elfo tensó su arco.
[Thalassiano]: De todos modos no entiendes una sola palabra de lo que digo, así que…
- Yo que tú no estaría tan seguro de eso.
El elfo, sorprendido, aflojó ligeramente la cuerda de su arco.
[Thalassiano]: ¿Entiendes mi idioma?
Imoen sonrió bajo su casco. Su respuesta llevaba un timbre mordaz.
- Y tú el mío, así que estamos empatados, ¿no crees?
La respuesta del elfo estaba definitivamente cargada de diversión.
[Thalassiano]: En realidad diría que yo soy el cazador y tú la presa, así que dime qué haces aquí y puede que tengas una muerte rápida e indolora.
- Busco a un elfo.
[Thalassiano]: ¡Vaya! Una chistosa. En fin, adiós, pequeña…
- Se llama Kronkar.
El arco se movió casi imperceptiblemente La flecha dejó un surco en el cuero del casco de Imoen y atravesó la cabeza de uno de los engendros, que cayó sin emitir un sonido.
[Thalassiano]: Kronkar ¿eh? ¿Qué quieres de él?
- Necesito información…sobre alguien. Cierta bruja no muerta dijo que ese Kronkar podría ayudarme…que tú podrías ayudarme, Kronkar.
El elfo se quedó mirándola, sin decir nada.
- Tú eres Kronkar, ¿verdad? Coincides con lo que me han dicho de ti.
[Thalassiano]: ¿Y qué te han dicho de mí?
- Muchas cosas. Entre ellas, que no eres un asesino a sangre fría. Y me lo has demostrado.
[Thalassiano]: Yo, en cambio, no sé nada de ti. ¿Por qué habría de fiarme de una humana?
Imoen adoptó una postura neutra y soltó sus armas. Sabía que era una temeridad, pero algo le decía que no corría peligro. Aún no.
- Te fiaste de otra humana antes. ¿Te suena el nombre de Liessel?
La tensión en el elfo habría sido imperceptible para alguien que no supiera lo que Imoen sabía. Pero para ella fue clara como la luna brillando en el cielo.
[Thalassiano]: ¿Quién? Lo siento, no conozco a nadie con ese nombre.
- No me mientas. Sacat lo confesó todo.
El elfo se encogió de hombros.
[Thalassiano]: Sacat está loca. Y ahora vete. Pronto será de día. Si te ven los guardias no podré detenerlos.
Y con esas palabras dio por terminada la conversación e hizo ademán de irse.
- Leí el diario de Liessel, Kronkar. Sé que la conocías. Sé que estabas metido con ella en algo muy serio, así que deja de fingir, te lo ruego. Necesito respuestas. Tengo que saber si es cierto que Liessel está viva.
Kronkar suspiró lenta y relajadamente.
[Thalassiano]: Suponía que este día llegaría, pero nunca pensé que sería tan pronto.