- ¡Vaya fracaso! Cualquier día mis nervios harán que me maten, o algo peor.
Con estos pensamientos, Gaeriel corría hacia la catedral. Todo había salido mal desde el principio por culpa de su impaciencia. Por lo que había podido averiguar, parecía que el escaso don de gentes de Imoen no era una anomalía genética al fin y al cabo. ¿Siempre había sido así? No estaba segura, pero no recordaba haber tenido tantos problemas antes…en su otra vida.
La providencia había querido que la persona que le indicó la dirección de la posada del puerto hubiera resultado ser Aurora Lighpath, pero su conversación había sido un desastre. Independientemente de que Aurora ocultara (o no) algo respecto al Embate y Klode (y cada vez estaba menos segura de ello), Gaeriel no había sido precisamente cortés. De todos modos, Aurora le dijo que Klode estaba en cuarentena y nadie (nadie externo al Embate, al menos) podía verla. Aunque le ofreció a Gaeriel la posibilidad de enviar un mensaje escrito para Klode, tal punto quedaba descartado al no saber si le llegaría el mensaje y, en caso afirmativo, llegaría íntegro o censurado.
Una vez que Aurora dio por zanjada la conversación, Gaeriel sufrió un ataque de sombras y huyó a toda prisa, intentando pasar desapercibida en las calles de Ventormenta. Una vez pasara el ataque tendría que volver a Rasganorte para intentar seguirle la pista a Klode..
Zul’Drak y la Cruzada Argenta esperaban.